El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU publicó el pasado 4 de abril su último informe. En este documento se exponen las medidas que se deberán adoptar para frenar el calentamiento global, evitar impactos ambientales irreversibles en nuestro planeta y cumplir el Acuerdo de París, limitando el aumento de la temperatura global a 1,5 °C para finales de este siglo.
Con la contribución de cientos de los mejores expertos del mundo en esta materia, el informe sobre la mitigación del cambio climático muestra que, a pesar de las insistentes advertencias, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero siguen creciendo. De hecho, en la pasada década se produjo el mayor incremento neto de las emisiones mundiales en toda la historia de la humanidad, a pesar de que las correspondientes a la UE hayan disminuido desde 1990. Además, las emisiones mundiales de CO2 alcanzaron el nivel más alto de la historia en 2021, neutralizando las reducciones derivadas del confinamiento durante la pandemia del COVID-19.
Las empresas deberían priorizar la eficiencia energética y el desarrollo sostenible, frente a las tecnologías de eliminación de co2, que no se han probado efectivas.
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático celebrada en Glasgow en 2021 (COP26), el Foro Económico Mundial -que agrupa a las mayores empresas del mundo- declaró que la industria requiere mayor impulso por parte de los gobiernos a la hora de generar marcos regulatorios y financiar inversiones. En este sentido el informe “The Global Risks Report 2022” destaca algunas de las soluciones más rentables que podrían implantarse a escala mundial en una década. Éstas deberían dar prioridad a la eficiencia energética y al desarrollo sostenible, en lugar de confiar en las tecnologías de eliminación de CO2, que hasta ahora no se han probado efectivas a la escala necesaria.
Todo esto, ¿cómo afectará a las pymes?
En Europa, las pymes no solo son importantes desde el punto de vista económico, también lo son desde una perspectiva medioambiental. Aunque su impacto individual sea pequeño, colectivamente representan el 63% de todas las emisiones de CO2 de las empresas.
Las mayores incertidumbres se refieren a si la tecnología, el capital y la política aunarán esfuerzos para permitir a las empresas romper con los antiguos métodos de producción.
Las conclusiones de un informe basado en más de 13.400 entrevistas a pymes de la UE en diciembre de 2021 indican que la mayoría (53%) no tiene aún una estrategia para reducir su huella de carbono y lograr la neutralidad climática, ni la tiene siquiera prevista en los próximos dos años. Aun así, se aprecian oportunidades de actuación futura en los siguientes ámbitos:
- Eficiencia en el uso de los recursos
El 89% de las pymes encuestadas ya están tomando medidas en este ámbito, y el 77% tiene previsto aplicar más medidas en los próximos dos años. En concreto, relacionadas con el ahorro de energía (53%), la minimización de residuos (50%) y el ahorro de materias primas (48%).
2. Mercados verdes
Los productos y servicios verdes son aquellos que se caracterizan por reducir el riesgo medioambiental y minimizar la contaminación y el empleo de recursos. Incluye también la producción orgánica, con etiqueta ecológica, con contenido reciclado, de diseño ecológico, etc.
El hecho de que la mayoría de las pymes ni ofrezca ni tenga previsto ofrecer productos o servicios verdes puede representar una amenaza para su competitividad, considerando la importancia de la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático en todos los ámbitos (político-legislativo, económico, social, …).
Según un reciente análisis de McKinsey, el gasto de capital para alcanzar cero emisiones netas por parte de las grandes corporaciones tendría que pasar de los 5,7 billones de dólares anuales actuales a 9,2 en las próximas tres décadas. Esto supone un aumento estimado de 105 billones de dólares en 30 años.
A la vista de estos datos, cabe preguntarse cómo se puede acelerar la transición de las pymes hacia la neutralidad climática, para poder contribuir a alcanzar los ambiciosos objetivos que nos hemos marcado a escala europea. Aunque esta transición generará nuevas oportunidades para muchos, una gran oportunidad conlleva también un gran riesgo. Y, como ninguna empresa puede asumir estos riesgos por sí sola, su gestión requerirá la cooperación entre sectores, así como entre las empresas y el gobierno. Para los líderes empresariales, las mayores incertidumbres se refieren a si la tecnología, el capital y la política aunarán esfuerzos para permitir a las empresas romper con los antiguos métodos de producción e invertir en nuevas líneas de negocio y en nuevas cadenas de suministro.