La fabricación avanzada es una de las prioridades identificadas en la Estrategia de Especialización Inteligente vasca (RIS3) que se recoge en el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación Euskadi 2020. La estrategia vasca en este ámbito, conocida como “Basque Industry 4.0”, tiene como uno de sus objetivos desarrollar el ecosistema industrial vasco, para que sea más innovador y competitivo.

Para desplegar Basque Industry 4.0, el Gobierno Vasco ha creado un espacio de colaboración público-privado denominado “grupo de pilotaje“, en el que participan agentes empresariales, científico-tecnológicos, institucionales y singulares vascos relacionados con la fabricación avanzada.

Antón Pradera, presidente de la multinacional CIE Automotive y una referencia en el sector industrial vasco, es también quien preside este grupo.

¿Cuál es realmente la escala de esta revolución que supone Industria 4.0?

Creo que es un movimiento disruptivo con plazo de acomodación. Dentro de 10 años nos daremos cuenta de que la industria tendrá poco que ver con la de la actualidad. El cambio es disruptivo, sí, pero tenemos tiempo. Sucedió algo similar en lo relativo a procesos con el movimiento por la mejora continua, que es una forma de trabajar que quien no lo aplique hoy en día no está en el mundo. En producción, en productos y servicios, esta disruptividad es aún mayor. La industria tiene una capacidad brutal para incrementar la productividad y hacer mejores productos. Hay que ser capaz de ver el carácter de oportunidad que todo ello supone.

¿Cuáles son los principales retos que debe afrontar la industria vasca ante esta transformación 4.0?

Siendo práctico, para la industria vasca 4.0 creo que vamos a ver cuatro cambios muy importantes:

  1. La calidad. El control de datos y su gestión nos ayudará a mejorar la calidad, que en los próximos años será muy superior, puesto que información y calidad van de la mano. Habrá más información y más calidad.
  2. Flexibilidad. No entendida como la relativa a la fuerza laboral, sino de producción. 4.0 ofrece una capacidad muy superior de producir pequeñas series, lo cual permite la personalización de los productos, gracias a elementos de información y también formas de producción como el 3D, la nanotecnología y nuevos materiales. Es importante pasar de ser especialistas mundiales en grandes series a serlo en pequeñas, en sectores de alto valor añadido, como la salud, por ejemplo.
  3. Inteligencia. Aumentará el nivel de inteligencia de nuestros procesos, ya que pasaremos a diseñarlos aplicando más conocimiento
  4. Internacionalización. El 4.0 será un elemento muy importante en este aspecto porque todo el conocimiento de procesos obtenido de la máquina industrial de una  fábrica local es terriblemente válido para otra ubicada a miles de kilómetros en otro país. En este momento nadie controla de manera unificada el procedimiento de procesos en todas sus factorías. Y eso es precisamente el 4.0. Existen muchas pymes vascas con factorías en China o India para quienes es fundamental ese trasvase de conocimiento para ponerlo en acción.

¿De qué manera se incorpora a las pymes a este movimiento?

Uno de los temas que trabaja muy bien el grupo de pilotaje de Basque Industry 4.0 es el de crear un marco para que la pyme se incorpore a esta ola.

Por un lado, que las instalaciones tecnológicas y de conocimiento del país estén disponibles en red y a su disposición (laboratorios, etc.), supone que la pyme va a poder trabajar con personas que están ya en el 4.0 y va a imbuirse de las formas de trabajo 4.0 por el mero hecho de usar dicha red. De este modo, aumentará la I+D y se posibilitará el escalado industrial. Esto es algo que está contemplado en la estrategia de especialización inteligente RIS3 vasca.

Por otro lado, se van a ir creando plataformas tecnológicas para que puedan ser utilizadas por las pymes. No se trata de hacer grandes catedrales, sino que la idea es hacer pequeñas ermitas para trabajar con ellas y que sean terriblemente efectivas. En 4.0 no estamos hablando de hacer grandes proyectos, sino de vitalidad tecnológica, es decir, de conectar entre sí herramientas tecnológicas que ya existen. El mundo digital ya existía hace 25 ó 30 años, el desafío es integrarlo. Cuando logremos esa transversalidad es cuando entra el 4.0.

La industria 4.0 abre oportunidades para los trabajadores de hoy y del futuro. ¿Cuáles son las necesidades de formación que esta nueva situación va a provocar?

Me gusta ser optimista. El 4.0 hará que todos tengamos trabajo en los países con costes salariales elevados, mientras que la dependencia de factorías con costes laborales bajos descenderá. El trabajador de zonas como Euskadi con niveles de formación adecuados no sufrirá deslocalizaciones. 4.0 es el gran arma de defensa de la deslocalización.

Esto requiere educación para quien esté trabajando. Los planes de formación empresarial lo han de tener en cuenta y está ocurriendo, puesto que la propia velocidad empresarial nos obliga a ello.

En lo relativo a la formación de quienes son más jóvenes, quiero destacar que la Formación Profesional vasca está muy vinculada a estos proyectos, por lo que nos va a dar muchas alegrías. La FP es uno de los grandes activos de Euskadi.

En este sentido, también la sensibilidad de la universidad está creciendo. Existen campos como el de las ciencias matemáticas que es de absoluta necesidad desarrollarlo en los próximos años.

Pero seguramente, a largo plazo, es en niveles de enseñanza básica donde deberíamos hacer los cambios más profundos. Existen ejemplos en el mundo, como es el caso de Singapur, que pueden ser un punto de partida para nuestro nuevo mundo. Parece fácil aventurar que programar será el equivalente a sumar o multiplicar. De eso hablamos. Los niños y niñas empezarán a programar con juegos, divirtiéndose, desarrollando su mente hacia la programación. Es como aprender otro idioma.

 

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