Carlos Polo, emprendedor innovador de dilatada y contrastada trayectoria, comparte con la red de Innobasque sus conocimientos en torno al emprendimiento y lo que él denomina  como “gestión de la miseria”.

Mi nombre es Carlos Polo, y estoy lanzando un nuevo negocio llamado Perpetuall (app móvil que mantiene tu agenda actualizada). Hoy quería compartir algunas reflexiones breves sobre el emprendimiento innovador, en las que quizás no hayáis reparado todavía.

Leed con atención estas palabras: equipo, plan de negocio, financiación adecuada, flexibilidad, trabajo duro… Todos estos conceptos sobre el éxito de los emprendedores los hemos oído habitualmente. Quizás muchos los encuentren incluso manidos y vacías de sentido. Tornando a quimeras para muchos osados profesionales o jóvenes incautos, que un día decidieron dejar el calor de su nómina o del hogar paterno o beca universitaria, para crear un negocio.

¿Cómo de importantes son las anteriores grandes palabras cuando lanzamos un negocio?

Siendo francos y dejando causas de fuerza mayor a un lado, la verdad es que en general lanzar un negocio de los comunes, y no tener éxito, es sinónimo de no haber hecho los deberes. Pongamos un restaurante, por ejemplo. Si no sabes cocinar bien, o tienes alguien que lo haga, si no sabes atender a los clientes, si no tienes caja suficiente para financiar los inicios, o si el restaurante está donde Cristo dio las tres voces, entonces es muy probable que fracases. Caso contrario, si has «preparado el partido», subirse al carro de una demanda previamente existente -porque la gente sale a comer y a cenar habitualmente- no supone unos esfuerzos sobre-humanos. En mi opinión, y en la opinión de Peter Drucker también, por cierto, montar un restaurante no es emprender.

Y entonces, ¿qué es para ti emprender?

El emprendimiento, bajo mi punto de vista, tiene una componente esencial de innovación. Tanto es así, que generalmente el emprendedor tiene por delante el reto de crear una nueva demanda que la sociedad desconocía hasta el momento que tuviera. ¿Acaso vosotros sentíais hace unos años la necesidad irrefrenable de consultar Twitter mientras veíais un programa de televisión? Cuando alguien genera una nueva demanda, crea un nuevo mercado, y dentro del mismo una nueva industria. Apuesto a que seguro conocéis quien se gana la vida haciendo ‘consultoría’ en redes sociales. Nueva industria, nuevas necesidades, nuevos trabajos, nuevos proveedores. Eso es emprender, aplicar la innovación para transformar una sociedad.

Suena bonito, pero seguro que detrás de esas luces habrá muchas sombras… 

Desde luego, cuando alguien intenta crear un producto o servicio para demanda que nadie todavía ha conseguido explotar, los parámetros de gestión empresarial cambian drásticamente. Y también cambia la financiación, y el reclutamiento de personas, y los salarios. Todo cambia. Emprender -innovando- requiere de un perfil profesional diferente. Radicalmente diferente.

¿Podrías describir ese perfil?

Quizás haya un par de frases que lo describan mejor que yo. Lori Greiner afirmaba que el emprendedor es aquella persona que está dispuesta a trabajar 80 horas para evitar tener que ir al trabajo 40 horas semanales. Hemingway apuntaba que era bueno tener un objetivo final por el que se viajaba, pero que el viaje era a fin de cuentas lo que importaba.

Estas populares frases quizás poeticen muchas veces el perfil del emprendedor innovador. En mis clases de emprendimiento de la Universidad de Deusto, siempre describo a los emprendedores como personas con un aguante psicológico especial por el cual son capaces de aguantar ‘maratones’ aunque no hayan corrido en su vida, de tener la inteligencia de poder predecir patrones en el mercado -importantísimos por cierto para poder predecir nuevas demanda-, con arrestos para apretar los dientes, y con algo de suerte, pero de suerte de la que se entrena, de la que se busca. Anthony K. Tjan lo explica excepcionalmente bien en su libro Heart, Smart, Guts and Luck.

¿Y eso se enseña o hay que nacer así?

Sin duda hay personas con más aptitudes que otras, pero en general, cualquiera puede prepararse para ello. Sin embargo, creo aunque la teoría está muy bien, este ámbito requiere más que cualquier otro la praxis. Siempre digo que en el emprendimiento innovador, lo más importante no es ni el equipo, ni la financiación. Lo más importante es la ejecución, y en particular la gestión de la miseria. Y por desgracia no hay nada que menos se enseñe, que más cueste aprender y que antes se olvide.

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