Una vez al mes, los miembros del consejo del SIX, Social Innovation Exchange,  comparten sus pensamientos y su visión de futuro sobre la innovación social con el resto de la comunidad, a través de «Ideas for future», disponible en la web de la institución. Agosto fue el mes de Gotzon Bernaola, director de programas de Innobasque, quien reflexiona en «It has to be love«, sobre si el interés de los diferentes estamentos gubernamentales hacia la innovación social es una verdadera historia de amor. El artículo completo en inglés puede leerse aquí

El futuro del sector público en el ámbito de la innovación social: It has to be love

Los gobiernos de todo el mundo, desde los gobiernos locales hasta las instituciones internacionales han ganado un creciente interés tanto en aprovechar el potencial de la innovación social para resolver los retos sociales, y también en el apoyo a este ámbito; ya sea a través de fondos, apoyo tecnológico o la creación de entornos de políticas favorables. Pero, ¿es una verdadera historia de amor?

El enamoramiento/el encuentro

Desde siempre, la Administración ha sido y es, fuente de diferentes innovaciones sociales: el sistema de protección social, el acceso universal a la salud o a la educación son buena muestra de ello. Pero no es menos cierto, que existen ciertas estructuras administrativas que muchas veces inhiben la toma de riesgos y la innovación. Todavía hoy en día se están promoviendo respuestas estandarizadas y unidireccionales a problemas cada vez más complejos y multidimensionales. La innovación se ve constreñida, bien por limitaciones presupuestarias o por las propias estructuras administrativas que limitan su capacidad de innovar más allá de la prestación de servicios.

Ante esta situación, la innovación social se presenta como una oportunidad para que los gobiernos aborden los cada vez más complejos retos sociales de con una aproximación transversal en la que las soluciones innovadoras pasen por algo más que la tecnología. Asimismo, el gap entre la ciudadanía y las administraciones es cada vez mayor (desconfianza, falta de eficacia real o percibida, etc.) y la innovación social se presenta como un modelo  que permite construir nuevas formas de relación entre la sociedad civil y las instituciones para la generación de valor público compartido.

Por lo tanto, no es descabellado afirmar que la innovación social ha llegado a la vida de nuestras instituciones en el momento perfecto. Ante unas estructuras de gobierno y demandas sociales cada vez más complejas e interrelacionadas, la innovación social busca conformar desde un sistema de democracia participativa y compromiso cívico, una aproximación real a las demandas ciudadanas que redunde en una activación de las capacidades de innovación de un territorio o comunidad. Ha sido un amor a primera vista.

Pero, ¿es esto suficiente para construir una relación a largo plazo?

Seguimos asociando la innovación con una idea brillante o con un descubrimiento sin par. Sin darnos cuenta de que la innovación, y mucho más la innovación social, no proviene normalmente de elementos primarios novedosos, sino de combinaciones radicalmente distintas a las habituales en elementos ya conocidos. Los grupos de consumo, las huertas urbanas, el banco del tiempo o las plataformas online de recogida de firmas son buena muestra de ello. La Administración puede jugar un papel clave en generar estas nuevas interacciones, en facilitarlas y no es menos cierto que se está trabajando en ello.

Los gobiernos, tanto a nivel regional como nacional, están promoviendo acciones para la generación de nuevas ideas y de conexiones improbables. En este momento en el que no sabemos “cuál es la buena idea” y no sabemos “cómo cambiar las cosas” o ni siquiera “somos capaces de ponernos de acuerdo en torno a cuál es el problema” los gobiernos están promoviendo espacios de discusión, interacción… de aprendizaje social compartido con el claro objetivo de generar nuevas perspectivas, nuevas alianzas y nuevas soluciones. Ya sea a través de concursos, convocatorias de financiación u otros instrumentos. También se está trabajando de forma importante en la selección y desarrollo de proyectos experimentales mediante la generación de redes y plataformas que permitan procesos de scalling,

¿Pero es esto suficiente? ¿Se está abordando el desarrollo de la innovación social de una forma estructurada e integral? Bajo el calor de este noviazgo incipiente, a veces olvidamos que la innovación social es estrategia. Y esto supone que la Administración debe asumir el liderazgo necesario para definir cuáles son los verdaderos retos estratégicos y cómo debemos abordarlos (con quiénes, con qué recursos, cómo obtenerlos y dónde aplicarlos), además de definir también cuál es su responsabilidad en el desarrollo social y económico del territorio.

  •  Se diseñan programas de apoyo y se financia pero ¿se incluye en los sistemas de I+D+i? ¿Se promueve la innovación social con el rigor y apoyo de otro tipo de innovaciones?
  • ¿Se entiende que la innovación social debe estar anclada en el desarrollo territorial y en la construcción de relaciones de poder? ¿Se está incorporando la innovación social a las estrategias de competitividad?

Lamentablemente la respuesta a demasiadas de estas preguntas continua siendo “NO”. A veces el amor no es suficiente.

Un compromiso: comprar el anillo

Muy pocas instituciones públicas están trabajando de una forma coordinada y estratégica en  promover un verdadero sistema de I+D+i que incorpore tanto en sus objetivos como en sus medios la innovación social. 

No basta con promover programas de apoyo y financiación de la innovación social más o menos cuantiosos, más o menos acertados, pero siempre aislados del sistema de competitividad y desarrollo territorial. Hay que incorporar la innovación social en los programas de innovación ya instaurados para “romperlos” desde dentro. No se puede continuar pretendiendo hacer políticas de competitividad sin promover la cohesión social. O viceversa. Porque es necesario que en toda política exista utilidad social y generación de valor público. Porque la innovación social es la mejor herramienta para que las instituciones vuelvan a hacer política. Política de verdad. Política en mayúsculas. Es el momento de comprometerse.

 

 

 

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