Los riesgos y la colaboración son dos ingredientes básicos de la innovación. Quien no arriesga no innova, pero para minimizar la posibilidad de equivocarse colaborar se torna indispensable. Como cada martes de agosto, compartimos dos nuevas lecciones de innovación desde la experiencia de Innobasque. 

– Innovar es asumir riesgos

Innovación es riesgo y necesita disponer de espacios y entornos abiertos a la exploración y el aprendizaje, donde la confianza sea el clima dominante. Es clave contar con convicción, flexibilidad, ilusión, tenacidad y valentía.

 

La innovación no se puede controlar, ni predecir. Las características de los proyectos innovadores, con cierto riesgo en sus objetivos y forma de llevarlos a cabo, hacen difícil la planificación. Es conveniente, por tanto, impulsar contextos más eficaces, donde se puedan lanzar iniciativas que, en sus primeras fases, las de mayor incertidumbre, tengan costes de oportunidad reducidos. Conviene construir equipos dispuestos a asumir estas condiciones de riesgo, que sean capaces de extraer valor tanto del propio proceso como de los resultados. Asimismo, es imprescindible contar con organizaciones con capacidad de autocrítica y entornos con alta tolerancia al error.

Plantear una adecuada gestión de riesgos y estrategias de salida es vital para reorientar los proyectos si fuera necesario, o incluso tomar la decisión de abandonarlos. 

 

– La colaboración es una fuente inagotable de recursos

La colaboración eficiente no se consigue inmediatamente, sino que es un proceso que requiere de una alta inversión en esfuerzo, confianza y generosidad. Aunque este camino no siempre es el más rápido, nos permite alcanzar metas más ambiciosas y llegar más lejos.

Hemos comprobado que la cooperación permite un uso más eficiente de los recursos gracias a la generación de sinergias y  de la masa crítica necesaria para atraer y acceder a nuevos recursos de diferente naturaleza (tecnológicos, económicos, capital relacional…). Esto es evidente en iniciativas en las que la colaboración viene tanto del lado de la demanda de soluciones innovadoras, como de su oferta.Sin embargo, en los momentos iniciales de los procesos colaborativos puede haber un sentimiento compartido de duda e incertidumbre, ya que el grado de imprevisibilidad inherente en este tipo de iniciativas exige en la práctica mayores esfuerzos que los previstos. Aún así, el esfuerzo merece la pena. La colaboración tiene mayor impacto y funciona.

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