Suiza, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Suecia ocupan los primeros puestos del Índice Mundial de Innovación de 2014, que revela que el África Subsahariana, está registrando mejoras regionales significativas en esta clasificación, publicada por la Universidad Cornell, el INSEAD y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). En el contexto de una nueva disminución del ritmo de crecimiento de la investigación y el desarrollo, el tema del Índice de 2014 es “El factor humano en la innovación”, dentro del cual se analiza la función del capital humano en el proceso de innovación y se subraya el interés, cada vez mayor, que han mostrado las empresas y los gobiernos por encontrar y dinamizar a personas y equipos creativos.

Francis Gurry, director general de la OMPI, constata que el índice es un “reconocimiento de que la innovación es una cuestión primordial para la senda de crecimiento sostenible y equilibrado, sólido y con abundancia de empleo”.

El Índice Mundial de Innovación 2014 analiza 143 economías de distintas partes del mundo por medio de 81 indicadores. Estos son los 10 primeros países de la clasificación:

  1. Suiza

  2. Reino Unido

  3. Suecia

  4. Finlandia

  5. Países Bajos

  6. Estados Unidos

  7. Singapur

  8. Dinamarca

  9. Luxemburgo

  10. Hong Kong

 

Este grupo ha establecido ecosistemas de innovación bien integrados, en los que las inversiones en capital humano, unidas a unas infraestructuras de la innovación sólidas, contribuyen al logro de unos niveles elevados de creatividad. Los 25 países mejor clasificados presentan puntos fuertes como infraestructuras de la innovación (incluidas las tecnologías de la información y las comunicaciones), el desarrollo empresarial, que comprende, por ejemplo, a los trabajadores del conocimiento, los vínculos con la innovación y la absorción de conocimientos, y los resultados de la innovación (por ejemplo, productos y servicios innovadores y la creatividad en Internet).

Soumitra Dutta, decano de la Escuela de Posgrado de Administración de la Universidad Cornell y coautor del informe, observa que “las economías de ingresos medianos que consiguen los mejores resultados están acortando la distancia que las separa de las economías de ingresos altos. China supera, con mucho, el resultado promedio de las economías de ingresos altos en el conjunto de los indicadores de calidad. Para acortar aún más esa distancia, las economías de ingresos medianos deben seguir invirtiendo en el fortalecimiento de sus ecosistemas de innovación y supervisar atentamente la calidad de sus indicadores de innovación”.

Una de las dificultades que más difícil resulta superar es la que se observa en las economías menos innovadoras, que tienen problemas para seguir el ritmo al que progresan las economías situadas en los primeros puestos, incluso aunque logren avances considerables. Esta situación puede explicarse, en parte, por sus dificultades para formar y conservar los recursos humanos necesarios para una innovación continuada, que es el asunto central del informe de este año.

El factor humano, imprescindible

En el informe de este año se hace hincapié en la manera en que el factor humano de la innovación explica, en parte, qué economías punteras en el campo de la innovación se mantienen en los primeros puestos de la clasificación y por qué algunas de las grandes economías emergentes presentan unos resultados dispares.

Por lo que respecta a la educación como subconjunto de la formación de capital humano, las economías con los mejores resultados del grupo de países de ingresos altos son la República de Corea, Finlandia y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. China, Argentina y Hungría ocupan los tres primeros puestos de los países de ingresos medianos. Todos estos países han realizado esfuerzos apreciables a fin de mantener o mejorar la calidad de sus recursos humanos por conducto de la educación y el aprendizaje a lo largo de toda la vida.

El Índice Mundial de Innovación pone de manifiesto que unos ciudadanos mejor educados logran mejores resultados en las economías de ingresos altos a la hora de sacar partido de los contextos favorables para fomentar la innovación. A medida que los países ascienden en la clasificación de grado de desarrollo de la innovación, la calidad del talento con el que cuentan en las esferas de las ciencias y la ingeniería, pero también, por ejemplo, en los negocios y la administración, cobra una importancia todavía más decisiva, si cabe.

Informe sobre Innovación en España

Por su parte, Cotec ha presentado recientemente su Informe 2014 sobre Tecnología e Innovación en España, que refleja que la profunda crisis que está atravesando España ha tenido y tiene graves consecuencias en el sistema español de innovación. De todas formas, se observa un cambio de tendencia a principios de 2014.. Este trabajo ha sido minuciosamente analizado por el profesor de Innovación, Estrategia, Emprendimiento y Tecnología en Esade, inversor y consultor Xavier Ferras, quien expone sus impresiones semanalmente en su blog Innovación 6.0.

Según el informe, la inversión en I+D en el año 2012 fue de 1,30 % del PIB, frente al 1,36 % de 2011 lo que aumenta la distancia con los países referentes en materia de innovación, ya que la media de la UE es del 1’97 y de la OCDE, el 2’4%. En lo que a comunidades autónomas se refiere, Madrid, Cataluña, Andalucía, Euskadi y Comunidad Valenciana representan más del 77 % del gasto total en I+D. Igualmente,  destaca que las únicas comunidades autónomas que han mejorados sus indicadores  son Castilla y León y Euskadi.

Estos resultados también indican que las consecuencias de la crisis no son igualmente intensas para todos sus agentes y sectores, siendo el sector público el más castigado. En este sentido, Xavier Ferras concluye que informe de Cotec se basa en lógicas antiguas, ya que, la inversión pública y la inversión privada se colocan como variables independientes y deberían estar unidas. En España la inversión privada supone unos 7.000 millones de euros anuales en I+D, y el conjunto de administraciones públicas, unos 6.300. En total, el esfuerzo en I+D computado en España asciende a 13.300 millones de euros. En un sistema de innovación sano, sólo el 30% del esfuerzo debería ser público y el resto, empresarial. En España el gasto público es del 50%, lo que supone mucho esfuerzo público para el poco esfuerzo que las empresas hacen. Bajo el punto de vista de Ferras, esos 6.300 millones de euros no tienen correlación ninguna con la productividad y la competitividad del país, ya que se trata de actividades de investigación que no revierten en actividades económicas. Ambos gastos, tanto público, como privado, deberían analizarse conjuntamente y estar relacionados. De esa manera, aunque las empresas aumenten su esfuerzo en I+D, la fuente para llevarlo a cabo será la administración pública

Con el objetivo principal de que España deje de descender en los índices globales y mejore sus productivos y competitivos, Ferras aconseja crear un Plan de Competitividad e Innovación serio, prioritario, estratégico y bien dotado.

Por último, cabe destacar que el informe Cotec dedica un capítulo especial a un aspecto de gran actualidad. En esta edición trata sobre las Tecnologías Facilitadoras Esenciales (en inglés Key Enable Technologies-KET), que son definidas por la Comisión Europea como tecnologías que usan el conocimiento de manera intensiva, asociadas a una elevada intensidad de I+D, a unos ciclos rápidos de innovación, a un gasto elevado de capital y a una mano de obra muy cualificada. Estas tecnologías proporcionan los elementos tecnológicos necesarios para el desarrollo de una amplia gama de nuevos materiales, productos, procesos y servicios de mayor valor añadido, en diferentes sectores.

Comparte esta noticia

Más noticias