El Diario Vasco publica hoy este artículo firmado por Txema Villate, director general de Innobasque:

Recientemente he tenido la oportunidad de participar en el tercer aniversario de la ‘Nueva cultura de empresa’ que organizó Adegi en Donostia. en el encuentro, inspirador, dinámico e innovador, se presentaron los avances de las empresas hacia esta nueva cultura, reflejada de manera muy gráfica en el símil deportivo, «de la soka-tira a la trainera», es decir, «de la confrontación a la colaboración». En esta jornada se trató, de manera participativa y entretenida, la problemática del trabajo en equipo. Me llamó la atención la aparición de la palabra ‘amor’, algo que no es muy habitual escuchar en las relaciones en el seno de nuestras empresas.

Esta palabra me trajo el recuerdo de un libro de los 90, de James Hunter, que en su día me causó una profunda impresión: ‘La paradoja. Un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo’, donde el autor plantea que para liderar a otras personas hay que empezar siendo su servidor. Y es en este libro donde descubrí que, en griego, el concepto “amor” se expresa con diferentes palabras. Lo he releído y entresacado algunas ideas. Una de las palabras es “eros”, de la que deriva erótico y que tiene que ver con el sentimiento derivado de la atracción sexual. Otra palabra griega es “storgé” que tiene que ver con el afecto, especialmente el que se siente hacia los miembros de la familia en sentido amplio. Otra es “filía” o el amor fraternal, recíproco.

Por último, el libro cita “agápe” para describir el amor incondicional, fundado en el comportamiento con los demás, independientemente de sus méritos. Es el amor de la elección deliberada y del comportamiento, no del sentimiento, es decir, un amor que se puede gestionar.  Esta última acepción del amor queda muy bien reflejada en el capítulo 13 de la “Primera carta de San Pablo a los Corintios”, que viene a decir que:

El amor es paciente y muestra comprensión, no es jactancioso ni engreído, no busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y no lleva cuentas del mal, no se regocija con la injusticia sino con la verdad, todo lo sufre, todo lo soporta

El amor como “agápe” por lo tanto, plantea unas características que al autor le lleva a considerarlo como la esencia del liderazgo: paciencia, afabilidad, humildad, respeto, generosidad, indulgencia, honradez y compromiso. Si analizamos con detenimiento cada una de ellas y el conjunto que configuran descubriremos fácilmente el porqué del título de la obra de Hunter.

Al finalizar el encuentro de Adegi, nos entregaron la versión 3 de la “Guía de la Nueva Cultura de Empresa” que se va enriqueciendo con las aportaciones y experiencias de las empresas que forman parte de esta innovadora iniciativa de participación. En ella se habla de valores y comportamientos como elementos nucleares de la transformación de la cultura de la empresa, que lógicamente tiene que comenzar por el equipo directivo.

 Al leer esta guía, me han surgido una serie de cuestiones, a las que el tiempo nos irá dando respuesta: ¿seremos capaces de incorporar el amor-agápe como uno de los valores y comportamientos de nuestras empresas? ¿Será una de las características que impulsarán los modelos de gestión avanzada? ¿Llegará a ser considerado en los manuales correspondientes como una innovación no tecnológica?

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