En un mundo marcado por la competencia geopolítica y económica, la capacidad de innovación y la adaptación tecnológica son esenciales para mantener una posición de liderazgo. Sin embargo, Europa se encuentra cada vez más rezagada respecto a Estados Unidos en términos de competitividad económica, una brecha que no deja de ampliarse y que plantea desafíos profundos y estratégicos para el futuro del continente. El reciente análisis del Real Instituto Elcano, titulado “La competitividad de la Unión Europea frente a Estados Unidos: la brecha se agranda”, explora de forma exhaustiva las causas de este distanciamiento y ofrece un panorama complejo, en el que existen tanto fortalezas como debilidades. Reflexionar sobre estas cuestiones es esencial para vislumbrar los caminos que Europa podría tomar para mantenerse relevante en el escenario global.
Tal y como se describe en el artículo citado, “El propósito de este documento es mostrar con indicadores concretos si el pesimismo sobre la posición competitiva de la UE frente a EEUU tiene fundamento o no y cuáles son las principales áreas de mejora.”
Este análisis resulta especialmente relevante al conocer los mensajes tanto del Informe Letta (abril 2024) como el Informe Draghi (septiembre 2024), que ponen también de manifiesto esta cuestión.
A continuación, destacamos algunas de las ideas que en él se recogen, y os invitamos a profundizar en el certero análisis de Judith Arnal y Enrique Feás.
Inversión y capital riesgo.
Uno de los factores clave que explican la diferencia de competitividad entre la Unión Europea y EEUU es el acceso al capital y en el apoyo al emprendimiento. En Estados Unidos, el capital riesgo ha sido un motor esencial para el crecimiento de empresas emergentes, especialmente en el sector tecnológico. Un ejemplo ampliamente conocido es el de Silicon Valley. Por su lado, Europa presenta limitaciones en este ámbito. La fragmentación del mercado único sigue siendo un obstáculo importante. Las empresas europeas se enfrentan a regulaciones diferentes en cada país, lo que dificulta su expansión y las hace menos competitivas en el escenario global. Además, la escasez de capital riesgo en comparación con EEUU limita las oportunidades de financiación para empresas emergentes, reduciendo así el dinamismo del sector y la capacidad de Europa para crear sus propios gigantes tecnológicos.
La brecha de competitividad entre Europa y EE.UU. se amplía debido a la falta de inversión y mercado único en la UE.
Innovación y digitalización
La digitalización es otro ámbito en el que la UE está rezagada, quien, a pesar de haber realizado avances significativos en las políticas, el avance ha sido desigual entre los distintos países, y algunos se encuentran aún en una fase inicial de transformación.
EEUU, por el contrario, ha liderado en este campo durante décadas, apoyado en gran medida por un sector privado altamente innovador y por una infraestructura tecnológica robusta. Las empresas estadounidenses dominan sectores estratégicos como la IA, el procesamiento de datos o las plataformas de comercio electrónico, mientras que Europa depende en gran medida de proveedores externos, lo que incrementa su dependencia tecnológica.
Para abordar esta brecha, es crucial que Europa acelere su inversión en I+D, y no solo desde el sector público, sino también incentivando la participación del sector privado. Según el Real Instituto Elcano, es fundamental que la UE explore estrategias para mejorar su capacidad de innovación y para retener talento tecnológico, que muchas veces migra a otras geografías en busca de mejores oportunidades.
Energía y sostenibilidad
No todo es negativo en el análisis del Real Instituto Elcano. Europa ha avanzado considerablemente en el ámbito de la sostenibilidad y la transición energética. La UE ha demostrado ser líder en el desarrollo de políticas verdes, con iniciativas como el Pacto Verde Europeo que buscan no solo reducir las emisiones de carbono, sino también impulsar una economía circular y sostenible, enfoque que podría convertirse en una ventaja competitiva.
Sin embargo, esta transición energética también implica desafíos. Los elevados costes energéticos en Europa —en parte como resultado de la transición— afectan la competitividad de las industrias europeas frente a las estadounidenses, donde la energía sigue siendo más barata. Esto encarece la producción y reduce la rentabilidad de las empresas europeas, creando un obstáculo añadido en la carrera por la competitividad.
En definitiva, el análisis del Real Instituto Elcano invita a reflexionar sobre los ajustes estratégicos que la UE debe realizar para cerrar esta brecha. En un mundo donde los avances tecnológicos y la capacidad de innovación se han convertido en fuentes clave de poder, Europa no puede permitirse quedarse atrás, y deberá trabajar en ganar influencia global y bienestar económico y social.
Los altos costes energéticos en Europa frente a EE.UU., afectan su competitividad industrial.