«Favorecer el despliegue de las políticas de ciencia, tecnología e innovación; profundizar en la innovación social como palanca para el desarrollo humano sostenible; servir de vehículo para la incorporación de las pymes y micropymes al sendero de la innovación colaborativa; facilitar al ecosistema de innovación su focalización hacia las prioridades de país (RIS3); y seguir extendiendo la cultura de innovación para prestigiar nuestro potencial, fortalecer nuestra red y hacer visibles a tantas personas y organizaciones que nos sirven de ejemplo». Estas son las líneas de actuación de Innobasque, que su presidente, Alberto García Erauzkin, fija para 2015 en el artículo publicado ayer en el diario Deia y que puede leerle aquí y a continuación: 

«Decía el prestigioso Michael Porter que existen tres tipos de estrategias para aportar ventajas competitivas: la de costes, la de enfoque y la de diferenciación. Euskadi es un país pequeño que disfruta de un nivel de vida muy apreciado que hemos logrado entre todos, y al cual no queremos renunciar. Con este objetivo, hace ya siete años un grupo de 400 líderes del mundo empresarial, la administración, el mundo del conocimiento y la sociedad se unieron para impulsar la Agencia Vasca de la Innovación, Innobasque. Hoy somos más de mil socios quienes seguimos trabajando para que nuestro país no tenga que padecer  por la competencia de economías basadas en costes, porque siempre habrá alguien que lo haga más barato, y debemos de encontrar otra manera para no hacer saltar por los aires la cohesión social que tanto esfuerzo nos está costando mantener. Podemos ser los mejores en algo, por ahí van los tiros de la estrategia de especialización inteligente: ahondar en lo que ya somos buenos para ser aún mejores, pero sobre todo, para ser diferentes, para crear una ventaja competitiva sostenible y duradera. Una ventaja relevante y reconocible de la forma en que hacemos las cosas, que nos distinga de nuestros competidores, y que se adhiera a nuestra marca-país. ¿Podemos hacerlo?

Sin duda la respuesta es afirmativa: lo estamos haciendo, juntos, utilizando la innovación como palanca. La agencia británica de innovación Nesta lo expresa con nitidez, dice que la clave de la innovación en Euskadi es que está empezando a ser considerada “una misión nacional. Una misión avalada y promovida por un gobierno con instituciones fuertes y flexibles que promueve políticas que la apoyan”, como el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación Euskadi 2020 que se ha aprobado recientemente y en cuya elaboración ha participado también Innobasque.

Es precisamente ese compromiso con la innovación lo que ha destacado también la OCDE en un informe que analiza la situación económica actual. Un país innovador necesita “el compromiso a nivel nacional por parte de los líderes del gobierno, del mundo empresarial y de la investigación”. ¿Les suena? Continúan los expertos de la publicación: “es importante que haya un apoyo amplio y un compromiso al más alto nivel gubernamental. Un posible vehículo para esto podría ser una red de innovación nacional similar a Innobasque, agencia privada sin ánimo de lucro apoyada por los líderes gubernamentales y empresariales en Euskadi para promover la cooperación”.

Más allá de voces autorizadas,  la realidad nos muestra cómo Innobasque a lo largo de su trayectoria ha ido incrementando su contribución a la sociedad vasca, y además desde la orientación que más valor produce a medio/largo plazo. Si lo traducimos a euros los datos muestran  que el retorno a la sociedad es creciente, habiendo pasado de 1,3€ en 2009, a 2’5€ en 2014. Unas cifras que en Innobasque interpretamos como indicador de tendencia. Ahora bien podemos ir  al detalle, y analizar los ingredientes que componen esos 2’5€ euros conseguidos en 2014.  ¿Cómo llega este retorno a la sociedad?  Puede  hacerlo a través de ingresos derivados de contrataciones de  productos y servicios entre empresas, contrataciones de personas, inversiones tractoras de riqueza y empleo, o ingresos fiscales, que es lo que técnicamente se denominan activos tangibles.

Activos intangibles

Asimismo el retorno a la sociedad se puede lograr también a través de activos intangibles, que están teniendo una importancia creciente en la competitividad, ya que se trata de uno de los capitales valiosos de las organizaciones, pues son poco comunes y difícilmente imitables o sustituibles (según los principios de la “Cadena de innovación” de Nonaka Takeuchi que nos sirven como referencia). Cuando se los describe se hace referencia a aquellos activos que no tienen soporte físico y que están basados en información y conocimiento explícito, capital relacional, reputación, capital humano, visión, conocimiento tecnológico, etc.

En esta distribución  encontramos que Innobasque basa su aportación de valor en los activos más valiosos, los intangibles. Estos han pasado de suponer el 36% al 55% en el periodo 2010-2014. De hecho desde 2013 el retorno por activos intangibles supera el 50%. Esto sí parece un dato a tener en cuenta. Esta trayectoria es la materia prima para construir fortalezas sólidas, resilientes, especialmente en periodos de reducción presupuestaria. Ya que a pesar de la coyuntura, el modelo del que nos hemos dotado funciona. 

Pero, ¿por qué? Quizá sólo haya una respuesta, funciona por la fortaleza de la red Innobasque, que es lo mismo que decir, por la fortaleza construida por todos los socios de Innobasque. Superar por segundo año consecutivo el 50% de valor aportado desde activos intangibles muestra el camino a seguir. Está claro que yendo juntos se avanza más, y que lo estamos haciendo. Esto es lo que llama la atención de observadores como NESTA o la OCDE que, además, lo recomiendan. Ahora toca incrementar la exigencia, y esto quiere decir pedirnos más a todos los socios de Innobasque.

Nuestras líneas de actuación para 2015 están claras, favorecer el despliegue de las políticas de ciencia, tecnología e innovación; profundizar en la innovación social como palanca para el desarrollo humano sostenible; servir de vehículo para la incorporación de las pymes y micropymes al sendero de la innovación colaborativa; facilitar al ecosistema de innovación su focalización hacia las prioridades de país(RIS3); y seguir extendiendo la cultura de innovación, para prestigiar nuestro potencial, fortalecer nuestra red, y hacer visibles a tantas personas y organizaciones, que nos sirven de ejemplo, porque día a día hacen una Euskadi más innovadora.»

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