La delegación de Euskadi ante la Unión Europea plantea los desafíos, tendencias, riesgos y oportunidades a los que se enfrentan la regiones en el siguiente artículo publicado originalmente en CPMR, un foro para la discusión sobre e papel de las regiones en el futuro de Europa. 

«Todos los estados miembro y las regiones se enfrentan a desafíos sociales comunes en el entorno cambiante y complejo de hoy en día de la UE, incluidas las desigualdades sociales, el envejecimiento de la población y la juventud y el desempleo de larga duración.

Además, hay tendencias a largo plazo que persistentemente amenazan con afectar los avances en los derechos sociales alcanzados en la UE. Estas tendencias incluyen:

– La digitalización de la economía, del empleo y de la sociedad en general genera nuevos modelos de negocio, requiere nuevas habilidades de todos los trabajadores y provoca el surgimiento de los llamados líderes digitales, nuevos empleos y la desaparición de otros, Carreras fragmentadas;

– La creciente esperanza de vida y las bajas tasas de natalidad en los estados miembro y las regiones de la UE han dado lugar a un importante envejecimiento demográfico, que aumenta la presión financiera sobre los sistemas de bienestar social, en particular en lo que se refiere a las pensiones. Y para disminuir la relación de dependencia;

– Los cambios sociales en un sentido más amplio, tanto en las estructuras sociales como en los modelos de trabajo y familia, con una creciente necesidad percibida de equilibrio entre el trabajo y la vida privada y, por otro, un nuevo paradigma de relación entre instituciones, actores privados y públicos Y los individuos, donde hay un llamamiento para una mejor gobernabilidad, transparencia, responsabilidad y corresponsabilidad.

– La innovación social y la innovación tecnológica emergen en este nuevo escenario como motores para que las personas y la sociedad definan sus problemas y diseñen soluciones a través de procesos de colaboración de inteligencia colectiva. En el caso de las políticas sociales, el nuevo paradigma de la inversión social pone de relieve la inversión y la prevención en las personas y las familias para fomentar sociedades más resistentes y sostenibles.

En relación con estas tendencias, los estados y regiones de la UE se enfrentan a riesgos relacionados con:

– Eliminar la obsolescencia, sobre todo en el caso de las personas mayores y menos educadas, lo que provoca el desempleo crónico a largo plazo de muchos trabajadores, genera importantes desigualdades sociales y un mercado de trabajo segmentado y aumenta la pobreza, la privación y la exclusión social de los más desfavorecidos. Además, los países y regiones luchan por atraer y retener talento;

 – El deterioro de los sistemas de protección social y el acceso a los bienes básicos como consecuencia de la presión financiera sobre ellos si no se hace un compromiso real con su eficacia y sostenibilidad, entendiendo que aunque sean necesarios ajustes e innovaciones son derechos sociales consolidados que Son parte de la identidad europea;

– Alto desarrollo tecnológico y económico sólo en algunos negocios, estados y regiones avanzados, generando desequilibrios regionales y desigualdades sociales significativas que producen un desglose no deseado del proyecto europeo de convergencia social y económica, gracias al cual Europa ha experimentado años de paz, prosperidad y desarrollo social. Progreso. 

Al mismo tiempo, surgen nuevas oportunidades en este escenario:

– El refuerzo de las cualificaciones de las personas trabajadoras, especialmente de los jóvenes, aporta un nuevo potencial para abordar los retos actuales y futuros;

Nuevos puestos de trabajo en sectores de oportunidad, ya que el envejecimiento demográfico y la creciente relación de dependencia crean nuevas perspectivas de innovación, tanto desde una perspectiva tecnológica como social, en la provisión de nuevos productos y servicios;

Movimientos migratorios, en particular los que afectan a nacionales de terceros países. Apoyar su inclusión social temprana y empleabilidad traerá una sociedad rica y plural, basada en la solidaridad y, de forma similar, mitigará el envejecimiento demográfico y compensará la disminución de la fuerza de trabajo;

– El compromiso con las Estrategias Regionales de Investigación e Innovación para la Especialización Inteligente (RIS3) para impulsar el crecimiento ambiental, social y económico sostenible.

 

La reconstrucción del modelo social europeo con la contribución de las regiones de la UE

Las regiones son los interlocutores esenciales de la UE para abordar esta compleja situación. Están más cerca de la ciudadanía y tienen potencial para tomar la iniciativa y dar respuestas innovadoras a los desafíos sociales comunes, frente a los riesgos identificados y aprovechar las nuevas oportunidades.

Además, las regiones ya han demostrado ser excelentes gestores del modelo social europeo y como puntos de referencia para el empleo y las políticas sociales, contribuyendo así a una Europa más social.

Algunos ejemplos de estos puntos de referencia regionales se pueden encontrar en el área de organización de empresas, a través de clusters industriales que permiten una buena relación entre las empresas a lo largo de la cadena de valor, permitiendo así el apoyo de grandes y pequeñas empresas en la misma región.

Otro ejemplo, en relación con la participación de las personas trabajadoras en las empresas, es la experiencia de las cooperativas que han generado empleo sostenible que soporta mejor las consecuencias de la crisis industrial, financiera y económica que otros modelos.

En cuanto a las políticas de protección social, los sistemas de inclusión social y de garantía de ingresos que combinan la activación del empleo y los servicios sociales han tenido un impacto positivo en la reducción de la pobreza y las tasas de no bienestar en las regiones.

Por último, los sistemas de formación profesional dual han permitido satisfacer las necesidades de las pymes industriales y han apoyado la temprana empleabilidad de los jóvenes con formación profesional.

Se necesita una Europa más social y más cuidadosa y el actual proceso de reflexión iniciado por la Comisión Europea sobre la dimensión social de Europa, junto con el Pilar Europeo de los Derechos Sociales, brinda una oportunidad única para abogar por la reconstrucción del modelo social europeo con la contribución de Regiones de la UE.

Por lo tanto, las regiones de la UE deben seguir actuando en las prioridades más urgentes:

 – Formación de un personal con más y mejor calificación, en particular en el caso de los desempleados de larga duración, con especial hincapié en las competencias transversales y digitales, tal como se indica en la Agenda de Competencias para Europa;

 – Aumentar la mano de obra eliminando las barreras a los jóvenes y al acceso de las mujeres al empleo y alentando a los 55-65 años a no abandonar el trabajo mediante la gestión de la edad en las organizaciones y en el mercado de trabajo;

 – Promover condiciones de trabajo decentes, con salarios justos, transiciones fáciles de empleo, inversión en capital humano y movilidad geográfica y sectorial que no menoscabe los derechos laborales:

– Diseñar sistemas universales de protección social, con acceso a los bienes sociales básicos ya los ingresos mínimos, que protejan contra la pobreza y la privación, impulsen la integración social y la empleabilidad de las personas desfavorecidas y sean eficaces y sostenibles, sin olvidar el vínculo entre desarrollo económico.

En pocas palabras, la prioridad urgente es conseguir mercados de trabajo y sistemas de bienestar que funcionen correctamente y sean justos, como se establece en el Pilar Europeo de los Derechos Sociales. Esto debería basarse en la clara evidencia de que la inversión en capital humano es un importante mecanismo de transmisión entre el crecimiento a largo plazo, la igualdad y el progreso social.

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