15 de enero, 2025

¿Sois una empresa innovadora? En caso afirmativo, ¿cuántas apuestas tecnológicas vais a hacer este año? Matizo la pregunta: ¿cuántas apuestas tecnológicas en forma de nuevas solicitudes de patente vais a hacer este año? Porque cada solicitud de patente es una apuesta, y decimos que apostamos por la tecnología, pero a la hora de la verdad hacemos muy pocas apuestas para protegerla.

Ya que esto va de apuestas, apuesto a que es posible obtener una patente para prácticamente cualquier proyecto de innovación tecnológica mínimamente serio. Pero esa tampoco es la cuestión. Las patentes que obtengamos nos han de servir de algo, tienen que proteger algún aspecto relevante relacionado con nuestra propuesta de valor.

Se trata de tener el criterio y la intuición suficientes como para saber qué soluciones técnicas pueden ser interesantes para nuestros clientes, y presentar solicitudes de patente para intentar protegerlas, asumiendo que no todas las apuestas se ganan y siendo conscientes de que siempre estamos a tiempo de retirarnos de las apuestas fallidas.

No es un problema de costes, sino una cuestión de falta de cultura de propiedad industrial e intelectual. Los costes asociados a una solicitud de patente que finalmente se abandona son más que razonables si se comparan por ejemplo con los costes de mantener en vigor en muchos países una patente que en realidad no nos aporta nada pero no nos atrevemos a abandonar, y son en general insignificantes comparados con lo invertido para desarrollar la tecnología que se pretende proteger. Hemos de cambiar el chip y entender las solicitudes de patente como una inversión, no como un gasto.

Si no presentamos solicitudes de patente, solo nos quedará preocuparnos por lo que otros patenten. Como todos los que operan en el mismo sector buscan solucionar los mismos problemas, no es infrecuente que las soluciones se solapen. No hay nada más frustrante que comprobar que un competidor nuestro ha patentado un concepto que ya habíamos concebido pero que no pensamos que se pudiera patentar o que mereciera la pena intentarlo. En esos casos de nada sirve llevarse las manos a la cabeza y preguntarse “¿Cómo les han podido conceder esta patente?”.

Reivindico el concepto de “Patente Mínima Viable”. Cuando la tengamos, solicitemos la patente. Apostemos. Si nos sale mal, tendremos tiempo de retirar la solicitud de patente, incluso antes de que se publique. Si nos sale bien y comercializamos con éxito la tecnología patentada, el impacto en los beneficios obtenidos puede ser brutal.

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Ismael
Igartua
Director
Galbaian Intellectual Property

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