El COVID ha acelerado la digitalización en toda la cadena de valor alimentaria y de bebidas, pero queda recorrido para que las tecnologías se instauren de manera efectiva en el sector como herramientas facilitadoras de una mayor competitividad en un doble sentido:

  1. Por un lado, dotando de mayor eficiencia en los procesos y, por lo tanto, abaratando costes
  2. Por otro lado, aportando un mayor valor a los productos siendo este así percibido por las personas consumidoras que acudirán al mercado mostrando preferencia por unas u otras marcas.

Pero, en estos tiempos y con una mirada al futuro más inminente, no podemos dejar de ver la digitalización como una herramienta al servicio de la sostenibilidad ambiental y una forma de contribuir al envejecimiento saludable a través de una nutrición más personalizada.

En un sector intensivo en el de recursos naturales y envases, causante de casi del 25% de los gases de efecto invernadero, en el que además un tercio de los alimentos que se producen se despilfarran, las tecnologías tienen mucho que aportar.

Las herramientas digitales también ayudan a comprender mejor el papel y el impacto de los micronutrientes en la salud humana. Aparecen nuevos dispositivos que permiten monitorizar datos biológicos y de estilo de vida, crecen y se democratizan las investigaciones y pruebas en microbiomas, ADN, sangre, etc. y los canales de comunicación llegan de manera más directa a los y las consumidoras finales deseosas de tener información y recomendaciones sobre los alimentos que más les convienen.

La cadena de valor alimentaria es rica y variada, por ello también queremos poner un foco en los principales avances por eslabón.

El sector primario en general ve en las tecnologías una solución para optimizar el uso de los recursos naturales y humanos, todos ellos cada vez más escasos. La transformación digital es todavía un reto a abordar pero por ejemplo, se trabaja ya en la agricultura de precisión y en la digitalización del campo. Sensores y drones permiten analizar parámetros como la fertilidad del suelo o el comportamiento de los cultivos de manera predictiva, posibilitando que máquinas robotizadas fertilicen, abonen o rieguen automáticamente de manera más eficiente. El control de estos procesos de manera integrada en el móvil también elimina numerosas gestiones y burocracias. En ganadería y pesca, por ejemplo, las miras están puestas entre otras en blockchain porque permite controlar y comunicar de manera transparente la trazabilidad de los productos eliminando fraudes y garantizando una gestión más fácil de la calidad.

Si tenemos que destacar el papel de las tecnologías en la industria transformadora, lo primero que tenemos que destacar es que dota a las empresas de capacidad de suministro incluso en momentos de flujos más tenso, ante demandas impredecibles en condiciones pandémicas, de huelgas y conflictos bélicos.  La digitalización está permitiendo que marcas de alimentación y bebidas entren en contacto directo con los y las consumidoras finales. El e-commerce y las interacciones que las redes sociales están permitiendo generar estrategias de captación de clientes y haciendo proliferar nuevos modelos de negocio cada vez más rápidos.  En todo esto, la gestión de datos y la capacidad de las tecnologías para traducirlas en información útil para la empresa son aunque incipientes, claves.

¿Y la distribución? Los retailers ven en la digitalización una oportunidad para mejorar sus procesos, el servicio, el trato y la atención al cliente. Garantizar las tiendas llenas, pero sin generar pérdida/despilfarro es un reto para todas las cadena de distribución. Por otro lado, la competencia que se profesan unos y otros operadores, obliga a que las enseñas adopten estrategias de fidelización, personalización y servitización, en las cada vez se ofrezca una mayor, más sorprendente y mejor experiencia.

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