Decía el genial escritor William Gibson, inventor del término cyber, entre otras muchas ideas interesantes, que “El futuro ya está aquí, solo que no está distribuido equitativamente”. En efecto, cada vez creo más en un futuro que tiene más que ver con el espacio geográfico que con el espacio temporal… Lo que en una fecha concreta en unos sitios puede parecer ciencia ficción en otros es una realidad cotidiana. Esto en sí mismo no sería un problema serio si no fuera porque cada vez más ‘la tierra es plana’ y las interconexiones económicas, sociales e incluso personales son más globales que nunca. Ahí es donde ‘empresas y sociedades del futuro’ compiten con otras ‘del presente o peor aún del pasado’.

OK, el futuro está distribuido por desigual, pero, además, y esto lo hace aún más interesante e inquietante, la velocidad de cambio de las tecnologías y más aún su velocidad de absorción por parte de las sociedades, de las empresas y de las personas son cada vez más vertiginosas. Otro famoso escritor, Thomas Friedman en su libro Thanks for Being Late analiza este fenómeno y concluye que, aunque las sociedades y los individuos estamos diseñados para habituarnos y adaptarnos al cambio, las tecnologías están avanzando y modificándose tan rápido que están sobrepasando dicha capacidad. Muchos de nosotros ya no seremos capaces de controlar y dominar dichos avances.

Demasiado catastrofista o no, lo cierto es que cada vez se hace más difícil interpretar y no digamos más aún aterrizar, las numerosas listas de tecnologías críticas, emergentes, habilitadoras, fundamentales, estratégicas y no sé cuántos epítetos más en nuestras empresas, en nuestros negocios y en nuestra vida.

Mirando el análisis de Gartner para este año de las principales tendencias y las tecnologías que las soportan se sacan varias conclusiones:

  • La primera, el mundo es cada vez más digital, lo digital lo envuelve todo de una u otra manera. El dominio del desarrollo de tecnologías digitales y de su uso va a marcar el diferencial entre las empresas punteras, las empresas del futuro y las que no lo son o serán.
  • La segunda, lo digital requiere de datos. Los datos son críticos para el futuro. Datos de individuos, de máquinas, de entornos, de sistemas, de fábricas, de empresas, de ciudades… Y esos datos deben ser seguros, deben estar almacenados y ser procesados eficientemente y de forma sostenible.
  • La tercera, el procesamiento de los datos y su uso va a estar gestionado por personas, pero también y cada vez más, por máquinas, por algoritmos. La capacidad de toma de decisiones y de inferir comportamientos de una forma ‘automática’ y en prácticamente tiempo real va a generar nuevas oportunidades y aumentará la eficacia y eficiencia de muchos procesos. Procesos empresariales, industriales y de gestión van a requerir de personal experto y de sistemas expertos que trabajen en equipo.

¿Estamos preparados para abordar estas tendencias y estas tecnologías? Volviendo a William Gibson, la pregunta sería ¿Dónde? Es conocido el esfuerzo que Europa está haciendo para no perder el tren del liderazgo digital pero las inversiones en Asia, y no solo China, son descomunales y sostenidas. USA tiene grandes empresas tractoras que invierten en I+D lo equivalente a muchos países europeos y su cultura con una capa de empresas y usuarios que disfrutan y sufren a partes iguales como ‘early adopters’ ayuda a un rápido desarrollo. En el País Vasco, tenemos luces y sombras: Por un lado, la apuesta firme, decidida y sostenida por las instituciones públicas en digitalización y en inversión en I+D+i no parece compensar la menor apuesta relativa empresarial. El número y tamaño de las empresas proveedoras de tecnología afines a las del estudio son mucho menores que las de los países y regiones contra los que competimos. Tenemos algunas incipientes startups muy prometedoras pero son pocas.

El futuro requiere de empresas proveedoras de tecnología, pero también y sobre todo en nuestro caso de empresas que las utilicen de manera adecuada. Y en este caso, la velocidad es crítica. Muchas de nuestras empresas son conscientes incluso conocen muchas de estas tecnologías: IA, ciberseguridad, hiperautomatización, sistemas autónomos, plataformas nativas y data lakes…  Hay empresas que comienzan a usar IA en procesos industriales, empresas cuyos planes de mantenimiento son cada vez más predictivos, incluso prescriptivos de modo autónomo, máquinas que se soportan y comandan a miles de kilómetros combinando datos reales y simulados provenientes de usuarios finales y fabricantes, operarios que toman decisiones de planta visualizando metaversos fabriles, células de fabricación que negocian con los contadores inteligentes los precios energéticos y en función de los mismos programan las operaciones, enjambres de drones que aseguran sus vuelos en base a blockchain o algoritmos de computación que consideran el consumo energético y la sostenibilidad de los recursos frente a la pérdida de precisión del resultado.

Pero, aun así, la velocidad de implantación debe ser mucho más rápida si queremos mantener nuestra competitividad y liderazgo internacional en muchos nichos y sectores. Antes de implantar hay que probar, hacer pilotos, fallar, aprender, volver a probar… y todo eso rápido, tan rápido como se pueda, tan rápido como nuestras cuentas de resultados y nuestros equipos sean capaces.

Creo que muchos consejos de administración deben, debemos, mandar mensajes claros de velocidad y establecer prioridades donde se incluyan proyectos de desarrollo o de adopción tecnológica estratégicos, de riesgo, de futuro… porque ese futuro en otras regiones pronto, muy pronto será, si no lo es ya, presente… y en el presente competimos! Presente y futuro apasionantes! Afortunados nosotros de poder vivir esta era!.

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