El mundo está en continuo cambio, cada vez más acelerado e impredecible, por lo que es necesario prepararse. No podemos limitarnos a dejarnos llevar, sino que tenemos que interpretar las señales para imaginar futuros, reaccionar, anticiparnos, y transformarnos a través de la innovación.
Y es que la innovación es un factor clave para el éxito y la competitividad de una organización. La detección de nuevas tendencias, oportunidades y desafíos es una fuente inagotable para la innovación, y por ello es importante estar alerta y monitorizar constantemente el entorno para detectar todos estos elementos. Es decir, necesitamos implantar actividades de vigilancia y prospectiva para innovar. Y así como la innovación no es exclusiva de un determinado tipo de organización, tampoco lo son las actividades de vigilancia y prospectiva, que, abordadas para temas muy focalizados, o para en la globalidad de la organización, son implementables para grandes y pequeños.
La innovación es un factor clave para el éxito y la competitividad de una organización e implantar actividades de vigilancia y prospectiva ayudan a este fin.
La vigilancia del entorno contempla, por un lado, el entorno transaccional. Es el más cercano a la organización, donde se encuentran clientes, proveedores, competidores, inversores, o los reguladores. La vigilancia del entorno contextual es igualmente relevante. Contempla todos los aspectos sobre los que las organizaciones no tienen capacidad de actuar, que se encuentran en un contexto global, y que se estructuran en lo que conocemos con las siglas PESTELE, es decir, las tendencias políticas, económicas, sociales, tecnológicas, medioambientales, legales y éticas.
Al estar al tanto de estos cambios, las empresas podrán tener un mejor posicionamiento y diferenciación en el mercado, mejorando y adaptando sus productos o servicios o creando nuevos que satisfagan las necesidades de sus clientes. También podrán mejorar su posición ante proveedores e incrementar sus alianzas estratégicas, entre otros aspectos. Pero para ello no sirve únicamente con ver lo que ocurre alrededor, sino que es necesario que esta vigilancia esté estructurada, sea sistemática, y permita compartir la información de forma adecuada dentro de la organización, para, después, aplicar inteligencia a toda esa información y transformarla en toma de decisiones.
Asimismo, también podrá facilitar innovar de manera más disruptiva y competitiva, ya que permite a las empresas considerar nuevas formas de hacer las cosas. Anima a pensar más allá de los límites actuales y a explorar soluciones innovadoras a problemas antiguos, así como anticiparse a la competencia, y crear nuevos productos o servicios que satisfagan necesidades insatisfechas de los clientes. De esta forma, en lugar de mejorar gradualmente un producto o un servicio existente, se favorecerá la creación de nuevas formas de hacer las cosas, desafiando las formas establecidas de hacer negocios lo que podrá hacer que los competidores tradicionales se vean obligados a adaptarse o a desaparecer.
Cuando lo anterior se transforma en un proceso participativo, que busca generar una visión compartida a medio-largo plazo, hablamos de prospectiva.
Los escenarios cobran especial relevancia en las organizaciones ya que les permite definir su estrategia, y ajustarla cuando sea necesario.
Entre las herramientas más conocidas de la prospectiva están los escenarios, que cobran especial relevancia en las organizaciones ya que les permite definir su estrategia, y ajustarla cuando sea necesario. Los escenarios son una herramienta de planificación estratégica que permite a las organizaciones imaginar diferentes futuros y prepararse para ellos. En lugar de centrarse en los resultados esperados, los escenarios de prospectiva se enfocan en identificar los factores clave que pueden influir en el futuro y cómo estos factores pueden interactuar entre sí.
En definitiva, vigilar el entorno, y hacer escenarios de prospectiva son herramientas valiosas para la innovación. Les permiten a las empresas conocer las tendencias, oportunidades y desafíos del mercado, desarrollar estrategias sólidas y flexibles, y visualizar soluciones innovadoras a problemas antiguos. Al utilizar estas herramientas, las empresas pueden mejorar su capacidad para innovar de manera disruptiva y competitiva, lo que les permite mantenerse relevantes y a la vanguardia en los mercados en los que operan, así como abrir otros nuevos.