“A future that Works: automation, employment, and productivity”, elaborado por McKinsey Global Institute, analiza el potencial de la automatización en la economía mundial, los factores que marcarán el ritmo y alcance de su adopción y el impacto económico asociado a su potencial. 

El trabajo revela que las actividades automatizadas reducirán los errores al tiempo que mejorarán la calidad y velocidad, y en algunos casos, lograrán resultados que van más allá de las capacidades humanas. La automatización contribuye a la productividad, tal y como lo ha hecho históricamente. Así, en el actual escenario podría producirse un aumento de la productividad global de entre el 0,8 y el 1,4% anual.

La mitad de las actividades laborales, que suponen un coste de 15 trillones de dólares en salarios en la economía global, tienen potencial para ser automatizadas si se implementa la tecnología existente hoy en día. Este dato se desprende tras el análisis de más de 800 puestos de trabajo de 2.000 actividades. Mientras menos del 5% de todas las ocupaciones pueden ser enteramente automatizadas usando tecnología probada y existente, alrededor del 60% de todos los trabajos tienen al menos un 30% de sus actividades susceptibles de ser automatizadas. A pesar de ello, cambiarán más trabajos que los que se automatizarán.

Las actividades que tienen más posibilidades de automatizarse tienen una gran carga física y se desarrollan en entornos altamente estructurados y predecibles. Lo mismo sucede con los procesos de recogida y procesado de datos. En Estados Unidos, estas actividades suponen el 51% de su economía y tienen un coste de 2,7 trillones de dólares en pagas salariales. Prevalecen ahí las de sectores como fabricación, servicios alimentarios, venta al por menor (retail) y hospedaje, así como trabajaos de media cualificación.

Más allá de la viabilidad técnica, factores como el coste de la tecnología, las habilidades y competencias de las personas trabajadoras, los costes salariales que se ahorrarán y la legislación que regulará este aspecto afectarán al ritmo de la automatización de los puestos de trabajo. La mitad de las actividades laborales de hoy en día podrían ser automatizadas para 2055. Sin embargo, esto puede suceder 20 años antes o después, en función de diversos factores y las condiciones económicas mundiales.

Las personas necesitarán continuar trabajando mano a mano con máquinas para aumentar el PIB de los países. La productividad supone que las personas desplazadas por la automatización encontrarán otro empleo. Este cambio en las actividades de la fuerza laboral es similar en magnitud al cambio de largo plazo que se produjo cuando los trabajadores se desplazaron desde el sector primario al secundario durante la industrialización en Estados Unidos. En aquel caso, el cambio estuvo acompañado por la creación de nuevos tipos de trabajo que no fueron capaces de prever.

Los beneficios para los negocios parecen claros. Sin embargo, el asunto se complica para los legisladores. En su mano está evolucionar e innovar en políticas que ayuden a las personas trabajadoras e instituciones a adaptar el impacto en el empleo. Esto supone repensar la educación y la formación de profesionales, apoyo a los ingresos y redes de seguridad, así como atención para los deslocalizados. Será necesario  entender exhaustivamente a las máquinas como parte de la actividad diaria de muchos trabajos, para lo cual necesitarán nuevas competencias y conocimientos que serán demandados en la nueva era de la automatización.

 

 

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